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10 Tú que das la victoria a los reyes,
tú que salvas de la espada mortal
a tu siervo David,
11 líbrame y sálvame
de la mano de gente extranjera,
pues es mentirosa su boca,
es engañosa su diestra.
12 Sean nuestros hijos como plantas
que en su juventud van creciendo;
sean nuestras hijas pilares tallados
que sustentan un palacio.

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