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Los que allá nos habían llevado cautivos nos pedían cantares;
los que nos habían hecho llorar nos pedían alegría, diciendo:
“Cántennos algunos de los cánticos
de Sion”.
¿Cómo cantaremos las canciones del SEÑOR en tierra de extraños?
Si me olvido de ti, oh Jerusalén, que mi mano derecha olvide su destreza.

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