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137 Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos,
    y llorábamos al acordarnos de Sión.
En los álamos que había en la ciudad
    colgábamos nuestras arpas.
Allí, los que nos tenían cautivos
    nos pedían que entonáramos canciones;
nuestros opresores nos pedían estar alegres;
    nos decían: «¡Cantadnos un cántico de Sión!»

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