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Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.

123 Levanto mis ojos a ti,
    oh Dios, entronizado en el cielo.
Seguimos buscando la misericordia del Señor nuestro Dios,
    así como los sirvientes fijan los ojos en su amo
    y la esclava observa a su ama, atenta al más mínimo gesto.

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