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Oración pidiendo ayuda contra los malos

Al músico principal; sobre Seminit. Salmo de David

12 Salva, Jehová, porque se acabaron los piadosos,
porque han desaparecido los fieles de entre los hijos de los hombres.
Habla mentira cada cual con su prójimo;
adulan con los labios, pero con doblez de corazón.

Jehová destruirá todos los labios aduladores,
y la lengua que habla con jactancia;
a los que han dicho: «Por nuestra lengua prevaleceremos,
nuestros labios son nuestros, ¿quién es señor de nosotros?»

«Por la opresión de los pobres, por el gemido de los necesitados,
ahora me levantaré —dice Jehová—,
pondré a salvo al que por ello suspira.»
Las palabras de Jehová son palabras limpias,
como plata refinada en horno de barro,
purificada siete veces.

Tú, Jehová, los guardarás;
los preservarás para siempre de esta generación.
Rondando andan los malos
cuando la infamia es enaltecida entre los hijos de los hombres.

LIBRO 2

Mi alma tiene sed de Dios

Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré

42 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
así clama por ti, Dios, el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo.
¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?
Fueron mis lágrimas mi pan
de día y de noche,
mientras me dicen todos los días:
«¿Dónde está tu Dios?»

Me acuerdo de estas cosas
y derramo mi alma dentro de mí,
de cómo yo iba con la multitud
y la conducía hasta la casa de Dios,
entre voces de alegría y de alabanza
del pueblo en fiesta.

    ¿Por qué te abates, alma mía,
    y te turbas dentro de mí?
    Espera en Dios,
    porque aún he de alabarlo,
    ¡salvación mía y Dios mío!

Dios mío, mi alma está abatida en mí.
Me acordaré, por tanto, de ti
desde la tierra del Jordán
y de los hermonitas, desde el monte Mizar.
Un abismo llama a otro
a la voz de tus cascadas;
todas tus ondas y tus olas
han pasado sobre mí.
Pero de día mandará Jehová su misericordia
y de noche su cántico estará conmigo,
y mi oración al Dios de mi vida.

Diré a Dios: «Roca mía,
¿por qué te has olvidado de mí?
¿Por qué andaré yo enlutado
por la opresión del enemigo?»
10 Como quien hiere mis huesos,
mis enemigos me afrentan
diciéndome cada día:
«¿Dónde está tu Dios?»

11     ¿Por qué te abates, alma mía,
    y por qué te turbas dentro de mí?
    Espera en Dios,
    porque aún he de alabarlo,
    ¡salvación mía y Dios mío!

El reinado de un rey justo

Para Salomón

72 Dios, da tus juicios al rey
y tu justicia al hijo del rey.
Él juzgará a tu pueblo con justicia
y a tus afligidos con rectitud.
Los montes llevarán paz al pueblo,
y los collados justicia.
Juzgará a los afligidos del pueblo,
salvará a los hijos del menesteroso
y aplastará al opresor.

Te temerán mientras duren el sol y la luna,
de generación en generación.
Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada;
como el rocío que destila sobre la tierra.
Florecerá en sus días justicia y abundancia de paz,
hasta que no haya luna.

¡Dominará de mar a mar,
y desde el río hasta los confines de la tierra!
Ante él se postrarán los moradores del desierto,
y sus enemigos lamerán el polvo.
10 Los reyes de Tarsis y de las costas
traerán presentes;
los reyes de Sabá y de Seba
ofrecerán dones.
11 Todos los reyes se postrarán delante de él;
todas las naciones lo servirán.

12 Él librará al menesteroso que clame
y al afligido que no tenga quien lo socorra.
13 Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso;
salvará la vida de los pobres.
14 De engaño y de violencia redimirá sus almas,
y ante sus ojos será preciosa la sangre de ellos.

15 Vivirá, y se le dará del oro de Sabá,
y se orará por él continuamente;
todo el día se le bendecirá.
16 Será echado un puñado de grano en la tierra,
en las cumbres de los montes;
su fruto hará ruido como el Líbano;
los de la ciudad florecerán como la hierba de la tierra.
17 Será su nombre para siempre;
se perpetuará su nombre mientras dure el sol.
Benditas serán en él todas las naciones;
lo llamarán bienaventurado.

18 Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel,
el único que hace maravillas.
19 ¡Bendito su nombre glorioso para siempre!
¡Toda la tierra sea llena de su gloria!
¡Amén y amén!

20 Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.

Oración de un afligido

Oración del que sufre, cuando está angustiado y delante de Jehová derrama su lamento.

102 Jehová, escucha mi oración
y llegue a ti mi clamor.
No escondas de mí tu rostro
en el día de mi angustia;
inclina a mí tu oído;
apresúrate a responderme el día que te invoque,
porque mis días se desvanecen como el humo
y mis huesos cual tizón están quemados.
Mi corazón está herido
y seco como la hierba,
por lo cual me olvido de comer mi pan.
Por la voz de mi gemido
mis huesos se han pegado a mi carne.
Soy semejante al pelícano del desierto;
soy como el búho de las soledades;
Me desvelo y soy
como un pájaro solitario sobre el tejado.
Cada día me deshonran mis enemigos.
Los que se burlan de mí
ya se han conjurado en mi contra.
Por lo cual yo como ceniza a manera de pan
y mi bebida mezclo con lágrimas,
10 a causa de tu enojo y de tu ira,
pues me alzaste y me has arrojado.
11 Mis días son como una sombra que se va
y me he secado como la hierba.

12 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre
y tu memoria de generación en generación.
13 Te levantarás y tendrás misericordia de Sión,
porque es tiempo de tener misericordia de ella,
porque el plazo ha llegado,
14 porque tus siervos aman sus piedras
y del polvo de ella tienen compasión.
15 Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová
y todos los reyes de la tierra tu gloria,
16 por cuanto Jehová habrá edificado a Sión
y en su gloria será visto.
17 Habrá considerado la oración de los desvalidos
y no habrá desechado el ruego de ellos.

18 Se escribirá esto para la generación venidera
y el pueblo que está por nacer alabará a Jah,
19 porque miró desde lo alto de su santuario;
miró Jehová desde los cielos a la tierra
20 para oír el gemido de los presos,
para soltar a los sentenciados a muerte,
21 para que se publique en Sión el nombre de Jehová
y su alabanza en Jerusalén,
22 cuando los pueblos y los reinos se congreguen
en uno para servir a Jehová.

23 Él debilitó mi fuerza en el camino;
acortó mis días.
24 Dije: «¡Dios mío,
no me cortes en la mitad de mis días!
¡Por generación y generación son tus años!»
25 Desde el principio tú fundaste la tierra,
y los cielos son obra de tus manos.
26 Ellos perecerán, mas tú permanecerás;
y todos ellos como una vestidura se envejecerán,
como un vestido los mudarás y serán mudados;
27 pero tú eres el mismo
y tus años no se acabarán.
28 Los hijos de tus siervos habitarán seguros
y su descendencia será establecida delante de ti.

Plegaria por bendición sobre el santuario

Cántico gradual

132 Acuérdate, Jehová, de David
y de toda su aflicción.
De cómo juró a Jehová
y prometió al Fuerte de Jacob:
«No entraré en el aposento de mi casa
ni subiré al lecho de mi descanso;
no daré el sueño a mis ojos
ni a mis párpados adormecimiento,
hasta que halle lugar para Jehová,
morada para el Fuerte de Jacob.»

En Efrata lo oímos;
lo hallamos en los campos del bosque.
¡Entraremos en su Tabernáculo!
¡Nos postraremos ante el estrado de sus pies!

Levántate, Jehová, al lugar de tu reposo,
tú y el Arca de tu poder.
Tus sacerdotes se vistan de justicia
y se regocijen tus santos.
10 Por amor de David tu siervo
no vuelvas de tu ungido el rostro.

11 En verdad juró Jehová a David
y no se retractará de ello:
«De tu descendencia
pondré sobre tu trono.
12 Si tus hijos guardan mi pacto
y mi testimonio, que yo les enseño,
sus hijos también
se sentarán sobre tu trono para siempre»,

13 porque Jehová ha elegido a Sión;
la quiso por morada suya.
14 «Éste es para siempre el lugar de mi reposo.
Aquí habitaré, porque la he querido.
15 Bendeciré abundantemente su provisión;
a sus pobres saciaré de pan.
16 Asimismo vestiré de salvación a sus sacerdotes
y sus santos darán voces de júbilo.
17 Allí haré retoñar el poder de David;
he dispuesto lámpara para mi ungido.
18 A sus enemigos vestiré de confusión,
pero sobre él florecerá su corona.»

12 El que ama la instrucción ama la sabiduría;
el que aborrece la reprensión es un ignorante.
El bueno alcanza el favor de Jehová,
pero Jehová condena al hombre de malos pensamientos.
El hombre no se afirma por medio de la maldad,
pero la raíz de los justos no será removida.
La mujer virtuosa es corona de su marido,
pero la mala es como carcoma en sus huesos.
Los pensamientos de los justos son rectitud;
los consejos de los malvados, engaño.
Las palabras de los malvados son como emboscadas para derramar sangre,
pero a los rectos los libra su propia boca.
Dios trastorna a los malvados y dejan de existir,
pero la casa de los justos permanece firme.
Por su sabiduría es alabado el hombre,
pero el perverso de corazón es menospreciado.
Más vale el despreciado que tiene quien lo sirva,
que el jactancioso que carece de pan.
10 El justo cuida de la vida de su ganado,
pero el corazón de los malvados es cruel.
11 El que labra sus tierras se saciará de pan,
pero el que se une a vagabundos carece de entendimiento.
12 Codicia el malvado la red de los malvados,
pero la raíz de los justos da fruto.
13 El malvado se enreda en la prevaricación de sus labios,
pero el justo sale con bien de la tribulación.
14 El hombre se sacia con el bien del fruto de su boca,
y recibe el pago que merece la obra de sus manos.
15 Opina el necio que su camino es derecho,
pero el sabio obedece el consejo.
16 El necio, al punto da a conocer su ira,
pero el prudente no hace caso de la injuria.
17 El que dice la verdad proclama justicia,
pero el testigo falso, engaño.
18 Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada,
pero la lengua de los sabios es medicina.
19 El labio veraz permanece para siempre;
la lengua mentirosa, sólo por un momento.
20 Engaño hay en el corazón de los que maquinan el mal,
pero alegría en el de quienes aconsejan el bien.
21 Ninguna adversidad le acontecerá al justo,
pero los malvados serán colmados de males.
22 Los labios mentirosos son abominables para Jehová,
pero le complacen quienes actúan con verdad.
23 El hombre cuerdo encubre su saber,
pero el corazón de los necios pregona su necedad.
24 La mano de los diligentes dominará,
pero la negligencia será tributaria.
25 La congoja abate el corazón del hombre;
la buena palabra lo alegra.
26 El justo es guía para su prójimo,
pero el camino de los malvados los hace errar.
27 El indolente ni aun asará lo que ha cazado;
¡precioso bien del hombre es la diligencia!
28 En el camino de la justicia está la vida;
en sus sendas no hay muerte.