Salmos 119:137-123:4
Nueva Versión Internacional
Tsade
137 Señor, tú eres justo
y tus leyes son justas.
138 Justos son los mandatos que has ordenado
y muy dignos de confianza.
139 Mi celo me consume,
porque mis adversarios pasan por alto tus palabras.
140 Tus promesas han superado muchas pruebas,
por eso tu siervo las ama.
141 Soy insignificante y despreciado,
pero no me olvido de tus preceptos.
142 Tu justicia es justicia eterna
y tu Ley es la verdad.
143 Angustia y aflicción han caído sobre mí,
pero tus mandamientos son mi regocijo.
144 Tus mandatos son siempre justos;
dame entendimiento para poder vivir.
Qof
145 Con todo el corazón clamo a ti, Señor;
respóndeme, y obedeceré tus estatutos.
146 A ti clamo: «¡Sálvame!»,
y guardaré tus mandatos.
147 Muy de mañana me levanto a pedir ayuda;
en tus palabras he puesto mi esperanza.
148 Mis ojos están abiertos en las vigilias de la noche,
para meditar en tus promesas.
149 Conforme a tu gran amor, escucha mi voz;
conforme a tus leyes, Señor, dame vida.
150 Ya se acercan mis crueles perseguidores,
pero andan muy lejos de tu Ley.
151 Tú, Señor, también estás cerca,
y todos tus mandamientos son verdad.
152 Desde hace mucho conozco tus mandatos,
los cuales estableciste para siempre.
Resh
153 Considera mi aflicción, y líbrame,
pues no me he olvidado de tu Ley.
154 Defiende mi causa y rescátame;
dame vida conforme a tu promesa.
155 La salvación está lejos de los malvados,
porque ellos no buscan tus estatutos.
156 Grande es, Señor, tu misericordia;
dame vida conforme a tus leyes.
157 Muchos son mis adversarios y mis perseguidores,
pero yo no me aparto de tus mandatos.
158 Me repugna mirar a esos traidores,
porque no cumplen tus palabras.
159 Mira, Señor, cuánto amo tus preceptos;
conforme a tu gran amor, dame vida.
160 La suma de tus palabras es la verdad;
tus justas leyes permanecen para siempre.
Sin y Shin
161 Gobernantes me persiguen sin motivo,
pero mi corazón se estremece ante tu palabra.
162 Yo me regocijo en tu promesa
como quien halla un gran botín.
163 Aborrezco y repudio la falsedad,
pero amo tu Ley.
164 Siete veces al día te alabo
por tus justas leyes.
165 Los que aman tu Ley disfrutan de gran paz
y nada los hace tropezar.
166 Yo, Señor, espero tu salvación
y practico tus mandamientos.
167 Con todo mi ser cumplo tus mandatos.
¡Cuánto los amo!
168 Obedezco tus preceptos y tus mandatos,
porque conoces todos mis caminos.
Tav
169 Que llegue mi clamor a tu presencia;
dame entendimiento, Señor, conforme a tu palabra.
170 Que llegue a tu presencia mi súplica;
líbrame, conforme a tu promesa.
171 Que rebosen mis labios de alabanza,
porque tú me enseñas tus estatutos.
172 Que entone mi lengua un cántico a tu palabra,
pues todos tus mandamientos son justos.
173 Que acuda tu mano en mi ayuda,
porque he escogido tus preceptos.
174 Yo, Señor, anhelo tu salvación.
Tu Ley es mi regocijo.
175 Déjame vivir para alabarte;
que vengan tus leyes a ayudarme.
176 Cual oveja perdida me he extraviado;
ven en busca de tu siervo,
porque no he olvidado tus mandamientos.
Cántico de los peregrinos.
120 En mi angustia invoqué al Señor,
y él me respondió.
2 Señor, líbrame
de los labios mentirosos
y de la lengua engañosa.
3 ¡Ah, lengua engañosa!
¿Qué se te habrá de dar?
¿Qué se te habrá de añadir?
4 ¡Puntiagudas flechas de guerrero,
con ardientes brasas de retama!
5 ¡Ay de mí, que soy extranjero en Mésec,
que he acampado entre las tiendas de Cedar!
6 ¡Mucho tiempo es el que he acampado
entre los que aborrecen la paz!
7 Soy un hombre de paz,
pero si hablo de paz, ellos hablan de guerra.
Cántico de los peregrinos.
121 A las montañas levanto mis ojos;
¿de dónde ha de venir mi ayuda?
2 Mi ayuda proviene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
3 No permitirá que tu pie resbale;
jamás duerme el que te cuida.
4 Jamás duerme ni se adormece
el que cuida de Israel.
5 El Señor es quien te cuida;
el Señor es tu sombra a tu mano derecha.
6 De día el sol no te hará daño
ni la luna de noche.
7 El Señor te cuidará;
de todo mal guardará tu vida.
8 El Señor cuidará tu salida y tu entrada,
desde ahora y para siempre.
Cántico de los peregrinos. De David.
122 Yo me alegré con los que me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor».
2 ¡Jerusalén, ya nuestros pies
se han plantado ante tus portones!
3 ¡Jerusalén, ciudad edificada
para que en ella todos se congreguen![a]
4 A ella suben las tribus,
las tribus del Señor,
para alabar su nombre
conforme al mandato que recibió Israel.
5 Allí están los tribunales de justicia,
los tribunales de la casa de David.
6 Pidan por la paz de Jerusalén:
«Que vivan en paz los que te aman.
7 Que haya paz dentro de tus murallas,
seguridad en tus fortalezas».
8 En favor de mis hermanos y amigos, diré:
«¡Que la paz sea contigo!».
9 Por la casa del Señor nuestro Dios
procuraré tu bienestar.
Cántico de los peregrinos.
123 Hacia ti dirijo la mirada,
hacia ti, cuyo trono está en el cielo.
2 Como dirigen los esclavos la mirada hacia la mano de su amo,
como dirige la esclava la mirada hacia la mano de su ama,
así dirigimos la mirada al Señor nuestro Dios,
hasta que tenga piedad de nosotros.
3 Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad.
Estamos cansados de tanto desprecio,
4 del escarnio de los arrogantes
y del menosprecio de los orgullosos.
Footnotes
- 122:3 ¡Jerusalén, … se congreguen! Alt. Jerusalén, edificada como ciudad, en la que todo se mantiene bien unido.
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