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113 Odio a la gente hipócrita,
pero amo tu enseñanza.
114 Tú eres quien me ampara y me protege;
en tu palabra he puesto mi esperanza.
115 ¡Aléjense de mí, malvados,
que quiero cumplir los mandatos de mi Dios!
116 Dame fuerzas, conforme a tu promesa, y viviré;
¡no defraudes mi esperanza!
117 Ayúdame, y estaré a salvo;
así cumpliré siempre tus leyes.
118 Tú desprecias a los que se apartan de tus leyes,
porque sus pensamientos no tienen sentido.
119 Los malvados de la tierra son para ti como basura;
por eso yo amo tus mandatos.
120 Mi cuerpo tiembla de temor delante de ti;
¡siento reverencia por tus decretos!

121 Nunca he dejado de hacer lo que es justo;
no me abandones en manos de mis opresores.
122 Hazte responsable de mi bienestar;
que no me maltraten los insolentes.
123 Mis ojos se consumen esperando que me salves,
esperando que me libres, conforme a tu promesa.
124 Trata a este siervo tuyo de acuerdo con tu amor;
¡enséñame tus leyes!
125 Yo soy tu siervo. Dame entendimiento,
pues quiero conocer tus mandatos.
126 Señor, ya es tiempo de que hagas algo,
pues han desobedecido tu enseñanza.
127 Por eso yo amo tus mandamientos
mucho más que el oro fino.
128 Por eso me guío por tus preceptos
y odio toda conducta falsa.

129 Tus mandatos son maravillosos;
por eso los obedezco.
130 La explicación de tus palabras ilumina,
instruye a la gente sencilla.
131 Con gran ansia abro la boca,
pues deseo tus mandamientos.
132 Mírame, y ten compasión de mí,
como haces con los que te aman.
133 Hazme andar conforme a tu palabra;
no permitas que la maldad me domine.
134 Líbrame de la violencia humana,
pues quiero cumplir tus preceptos.
135 Mira con buenos ojos a este siervo tuyo,
y enséñame tus leyes.
136 Ríos de lágrimas salen de mis ojos
porque no se respeta tu enseñanza.

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