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Tan soberbio es el impío que no busca a Dios,
ni le da lugar en sus pensamientos.
Todo el tiempo sus caminos son torcidos,
desprecia a todos sus adversarios,
y tus leyes están muy lejos de su vista.
Y se dice: «Jamás voy a tropezar.
¡Jamás me alcanzará la desgracia!»

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