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Salmo 10 (9)

Has escuchado, Señor, el deseo de los pobres

10 Señor, ¿por qué permaneces lejos
y te ocultas en tiempo de angustia?
Con su arrogancia el malvado acosa al débil;
¡ojalá quede atrapado en la trama que ha urdido!
El malvado se enorgullece de su ambición,
el codicioso blasfema e injuria al Señor.
El malvado, en su soberbia, de nada se preocupa:
“No hay Dios”; esto es todo lo que piensa.
Sus caminos siempre prosperan,
tus mandatos están lejos de él,
a todos sus enemigos desprecia.
Él piensa: “Nadie me hará caer;
seré feliz, no me alcanzará la desgracia”.
Su boca está llena de maldición, mentira y engaño;
bajo su lengua hay injusticia y maldad.
Se aposta al acecho junto a los poblados,
a escondidas mata al inocente,
sus ojos espían al desvalido.
Se esconde al acecho
como león en su guarida,
acecha para apresar al humilde,
lo apresa atrayéndolo a su trampa.
10 Se agazapa, se encorva
y caen en sus garras los desvalidos.
11 Piensa: “Dios lo ha olvidado,
ha ocultado su rostro, nunca vio nada”.
12 ¡Ponte, Señor, en acción!
¡Muestra, oh Dios, tu poder!
No olvides a los humildes.
13 ¿Por qué el malvado injuria al Señor
pensando: “de nada me hace responsable”?
14 Pero tú lo has visto, tú miras la miseria y el dolor
para acogerlos en tus manos.
En ti se abandona el desvalido,
tú eres quien protege al huérfano.
15 Destruye el poder del malvado y del injusto,
hazle responder de su maldad
hasta que desaparezca por completo.
16 El Señor es el rey eterno,
los paganos desaparecerán de su tierra.
17 Tú atiendes, Señor, el deseo de los humildes,
fortaleces su corazón, les prestas oído;
18 haces justicia al huérfano y al oprimido,
¡que el simple mortal no vuelva a sembrar el miedo!

Salmo 40 (39)

No hay quien se iguale a ti

40 Al maestro del coro. Salmo de David.
Puse mi esperanza en el Señor,
él se inclinó hacia mí
y escuchó mi lamento.
Me sacó de la fosa desolada,
del fango cenagoso;
me alzó sobre una roca
afianzando mis pasos.
Puso en mi boca un canto nuevo,
una alabanza a nuestro Dios;
cuantos lo ven, lo veneran
y confían en el Señor.
Feliz quien ha puesto
en el Señor su confianza
y no sigue a los idólatras
perdidos en la mentira.
Tú, Señor y Dios mío,
has multiplicado tus maravillas
y tus proyectos para nosotros.
¡No hay quien a ti se iguale!
Los pregonaría, los proclamaría,
pero son demasiados para contarlos.
No quieres sacrificios ni ofrendas;
tú, que me has abierto el oído,
no deseas ni víctimas ni holocaustos.
Entonces yo dije: “Aquí vengo,
en el libro se ha escrito de mí:
Quiero hacer tu voluntad,
tu ley llevo en mis entrañas”.
10 He pregonado tu justicia
en la gran asamblea;
no he cerrado mis labios
y tú, Señor, lo sabes.
11 No he escondido tu justicia
en lo más hondo de mí,
sino que he proclamado
tu fidelidad y salvación;
no he ocultado tu amor y tu verdad
ante la gran asamblea.
12 Tú, Señor, no apartes
de mí tu misericordia,
que tu verdad y tu amor
por siempre me protejan.
13 Pues sobre mí se ciernen
males que no tienen fin,
se acumulan mis pecados
y no puedo ver nada;
son más que los pelos de mi cabeza
y las fuerzas me fallan.
14 Señor, ven a librarme;
Señor, date prisa en ayudarme.
15 Queden confundidos y humillados
los que buscan quitarme la vida,
que retrocedan y se avergüencen
los que pretenden dañarme.
16 Sean destruidos por su infamia
los que se burlan de mí.
17 Que en ti se alegren y gocen
todos cuantos te buscan;
los que anhelan tu salvación
digan en todo momento:
“¡Sea alabado el Señor!”.
18 Soy pobre y necesitado,
pero mi Dios cuidará de mí.
Tú eres mi ayuda y mi salvación,
¡no tardes, Dios mío!

Salmo 70 (69)

Señor, no tardes

70 Al maestro del coro. De David. En conmemoración.
Oh Dios, ven a librarme,
Señor, date prisa en ayudarme.
Queden defraudados y humillados
los que desean mi muerte,
que retrocedan y se avergüencen
los que pretenden dañarme;
queden desolados por su infamia
los que se burlan de mí.
Que en ti se alegren y se gocen
todos cuantos te buscan;
que los que anhelan tu salvación
digan en todo momento:
“¡Sea alabado el Señor!”.
Soy humilde y desvalido,
oh Dios, acude a mí;
tú eres mi ayuda y mi salvación,
Señor, no tardes.

Salmo 100 (99)

Acudan con gozo a su presencia

100 Salmo de acción de gracias.
Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
acudan con gozo a su presencia.
Sepan que el Señor es Dios:
él nos ha hecho y a él pertenecemos;
somos su pueblo, el rebaño que apacienta.
Crucen sus puertas dando gracias,
sus atrios con alabanzas;
denle gracias y bendigan su nombre,
porque el Señor es bueno,
su bondad perdura por siempre,
su fidelidad por generaciones.

Salmo 130 (129)

Dios mío, escucha mi clamor

130 Cántico de peregrinación.
Señor, desde lo más hondo a ti clamo.
Dios mío, escucha mi grito;
que tus oídos atiendan mi voz suplicante.
Señor, si recuerdas los pecados,
¿quién podrá resistir, Dios mío?
Pero eres un Dios perdonador
y eres por ello venerado.
En el Señor espero,
espero y confío en su palabra;
yo anhelo a mi Dios
más que los centinelas la aurora.
Israel, confía en el Señor
pues en el Señor está el amor
y de él viene la plena redención.
Él liberará a Israel
de todos sus pecados.

II.— PROVERBIOS DE SALOMÓN (10,1—22,16)

10 Proverbios de Salomón.

Hijo sabio, alegría del padre;
hijo necio, disgusto de su madre.
La riqueza deshonesta no aprovecha,
pero la justicia libra de la muerte.
El Señor no deja pasar hambre al justo,
reprueba la avaricia del malvado.
Mano indolente empobrece,
manos decididas enriquecen.
El prudente cosecha en verano,
quien se duerme al cosechar merece el desprecio.
Hay bendiciones para la cabeza del justo,
la boca del malvado esconde violencia.
El recuerdo del justo es bendición,
la fama del malvado se apolilla.
La persona sensata acepta órdenes,
labios alocados llevan a la ruina.
Quien actúa con rectitud camina seguro,
quien anda con rodeos queda al descubierto.
10 Quien guiña los ojos causa disgustos,
quien reprende a la cara favorece la paz.
11 Es fuente de vida la boca del justo,
la del malvado esconde violencia.
12 El odio provoca pendencias,
el amor oculta las faltas.
13 En labios inteligentes hay sabiduría,
una vara para la espalda del insensato.
14 Los sabios atesoran saberes,
la boca del necio es ruina inminente.
15 El alcázar del rico es su hacienda;
la amenaza del pobre, su pobreza.
16 La recompensa del justo es la vida;
la cosecha del malvado, el delito.
17 Quien acepta la corrección camina a la vida,
quien desprecia la reprensión se extravía.
18 Labios embusteros esconden odio,
quien difunde calumnias es necio.
19 El que mucho habla, mucho yerra;
el prudente refrena sus labios.
20 Es plata de ley la lengua del justo,
la mente malvada simple ganga.
21 Los labios del justo instruyen a muchos,
los necios perecen por falta de seso.
22 La bendición del Señor enriquece
sin que nada le añada el esfuerzo.
23 Al necio le divierte urdir intrigas;
al inteligente, la sabiduría.
24 Al malvado le sucede lo que teme,
al justo se le cumplen sus deseos.
25 Tras la tormenta desaparece el malvado,
el justo permanece para siempre.
26 Vinagre a los dientes y humo a los ojos
es el perezoso para quien lo envía.
27 El respeto al Señor prolonga la vida,
los años del malvado se acortan.
28 El porvenir del justo es alegre,
la esperanza del malvado perece.
29 El camino del Señor es refugio para el recto,
ruina para los malhechores.
30 El justo siempre se mantendrá firme,
los malvados no habitarán la tierra.
31 La boca del justo destila sabiduría,
la lengua embustera será extirpada.
32 Los labios del justo procuran placer;
la boca del malvado, perversión.