Salmos 28
Nueva Traducción Viviente
Salmo de David.
28 A ti elevo mi oración, oh Señor, roca mía;
no cierres tus oídos a mi voz.
Pues si guardas silencio,
mejor sería darme por vencido y morir.
2 Escucha mi oración que pide misericordia,
cuando clamo a ti por ayuda,
cuando levanto mis manos hacia tu santo templo.
3 No me arrastres junto con los perversos
—con los que hacen lo malo—,
los que hablan con sus vecinos amablemente
mientras traman maldades en su corazón.
4 ¡Dales el castigo que tanto merecen!
Mídelo en proporción a su maldad.
¡Págales conforme a todas sus malas acciones!
Hazles probar en carne propia lo que ellos les han hecho a otros.
5 No les importa nada lo que el Señor hizo
ni lo que sus manos crearon.
Por lo tanto, él los derrumbará
y ¡jamás serán reconstruidos!
6 ¡Alaben al Señor!
Pues él oyó que clamaba por misericordia.
7 El Señor es mi fortaleza y mi escudo;
confío en él con todo mi corazón.
Me da su ayuda y mi corazón se llena de alegría;
prorrumpo en canciones de acción de gracias.
8 El Señor le da fuerza a su pueblo;
es una fortaleza segura para su rey ungido.
9 ¡Salva a tu pueblo!
Bendice a Israel, tu posesión más preciada.[a]
Guíalos como un pastor
y llévalos en tus brazos por siempre.
Footnotes
- 28:9 En hebreo Bendice a tu herencia.
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.