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Salmo 102 (101)

No me lleves en mitad de mi vida

102 Oración de un afligido que desfallece y desahoga su pesar ante el Señor.
Señor, escucha mi ruego,
que mi grito llegue a ti.
No me ocultes tu rostro
cuando estoy angustiado;
acerca hacia mí tu oído,
respóndeme pronto si te llamo.
Pues mi vida se desvanece como el humo,
mis huesos arden como una hoguera;
mi corazón se seca como hierba segada,
hasta de comer mi pan me olvido.
De tanto gritar sollozando
tengo los huesos pegados a la piel.
Me parezco al pelícano del yermo,
soy como el búho de las ruinas.
No puedo dormir, aquí estoy
como ave solitaria en un tejado.
Sin cesar mis enemigos me injurian,
furiosos contra mí me maldicen.
10 En vez de pan me alimento de polvo,
mezclo la bebida con mi llanto
11 a causa de tu enojo y de tu cólera,
pues tú me alzaste y me abatiste luego.
12 Es mi vida como sombra que declina,
como la hierba me voy marchitando.
13 Pero tú, Señor, reinas por siempre,
tu recuerdo dura por generaciones.
14 Tú te alzarás, te apiadarás de Sión,
que es hora ya de apiadarse de ella,
que el plazo ya se ha cumplido.
15 Tus siervos aman sus piedras,
sienten piedad de sus ruinas.
16 Venerarán las naciones tu nombre, Señor,
y tu gloria los reyes de la tierra;
17 cuando el Señor reconstruya Sión,
cuando se muestre en toda su gloria,
18 cuando atienda la súplica del pobre
y no desprecie su oración.
19 Quede esto escrito para la generación futura,
que el pueblo que nazca alabe a Dios;
20 el Señor mira desde su santo cielo,
observa la tierra desde el firmamento
21 para escuchar el grito del cautivo,
para librar a los reos de muerte.
22 Será aclamado en Sión el Señor
y en Jerusalén se proclamará su alabanza,
23 cuando pueblos y reinos
se reúnan para servir al Señor.
24 Él doblegó mi fuerza en el camino,
él hizo más corta mi vida.
25 Yo digo: “Dios mío,
no me lleves en mitad de mi vida”.
Tus años duran por generaciones;
26 tú antaño fundaste la tierra,
y el cielo es obra de tus manos.
27 Ellos perecen y tú perduras,
se desgastan todos como la tela;
tú como a un traje los cambias
y ellos se desvanecen.
28 Pero tú eres el mismo
y no se acaban tus años.
29 Habitarán seguros los hijos de tus siervos,
permanecerá ante ti su descendencia.

Oración de un afligido

Oración del que sufre, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento.

102 Jehová, escucha mi oración,

Y llegue a ti mi clamor.

No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia;

Inclina a mí tu oído;

Apresúrate a responderme el día que te invocare.

Porque mis días se han consumido como humo,

Y mis huesos cual tizón están quemados.

Mi corazón está herido, y seco como la hierba,

Por lo cual me olvido de comer mi pan.

Por la voz de mi gemido

Mis huesos se han pegado a mi carne.

Soy semejante al pelícano del desierto;

Soy como el búho de las soledades;

Velo, y soy

Como el pájaro solitario sobre el tejado.

Cada día me afrentan mis enemigos;

Los que contra mí se enfurecen, se han conjurado contra mí.

Por lo cual yo como ceniza a manera de pan,

Y mi bebida mezclo con lágrimas,

10 A causa de tu enojo y de tu ira;

Pues me alzaste, y me has arrojado.

11 Mis días son como sombra que se va,

Y me he secado como la hierba.

12 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre,

Y tu memoria de generación en generación.

13 Te levantarás y tendrás misericordia de Sion,

Porque es tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado.

14 Porque tus siervos aman sus piedras,

Y del polvo de ella tienen compasión.

15 Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová,

Y todos los reyes de la tierra tu gloria;

16 Por cuanto Jehová habrá edificado a Sion,

Y en su gloria será visto;

17 Habrá considerado la oración de los desvalidos,

Y no habrá desechado el ruego de ellos.

18 Se escribirá esto para la generación venidera;

Y el pueblo que está por nacer alabará a JAH,

19 Porque miró desde lo alto de su santuario;

Jehová miró desde los cielos a la tierra,

20 Para oír el gemido de los presos,

Para soltar a los sentenciados a muerte;

21 Para que publique en Sion el nombre de Jehová,

Y su alabanza en Jerusalén,

22 Cuando los pueblos y los reinos se congreguen

En uno para servir a Jehová.

23 Él debilitó mi fuerza en el camino;

Acortó mis días.

24 Dije: Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días;

Por generación de generaciones son tus años.

25 Desde el principio tú fundaste la tierra,

Y los cielos son obra de tus manos.

26 Ellos perecerán, mas tú permanecerás;

Y todos ellos como una vestidura se envejecerán;

Como un vestido los mudarás, y serán mudados;

27 Pero tú eres el mismo,

Y tus años no se acabarán.(A)

28 Los hijos de tus siervos habitarán seguros,

Y su descendencia será establecida delante de ti.