99 El Señor es rey:
    que tiemblen las naciones.
Él tiene su trono entre los querubines:
    que se estremezca la tierra.
Grande es el Señor en Sión,
    ¡excelso sobre todos los pueblos!
Sea alabado su nombre grandioso e imponente:
    ¡él es santo!

Rey poderoso que amas la justicia:
    tú has establecido la equidad
y has actuado en Jacob
    con justicia y rectitud.
¡Exalten al Señor nuestro Dios!
    ¡Póstrense ante el estrado de sus pies!
    ¡Él es santo!

Moisés y Aarón se contaban entre sus sacerdotes,
    y Samuel, entre los que invocaron su nombre.
Invocaron al Señor y él respondió;
    les habló desde la columna de nube.
Cumplieron con sus mandatos,
    con los estatutos que él les entregó.

Señor y Dios nuestro,
    tú les respondiste;
fuiste para ellos un Dios perdonador,
    aun cuando castigaste sus iniquidades.
¡Exalten al Señor nuestro Dios!
    ¡Póstrense ante su santo monte!
    ¡Santo es el Señor nuestro Dios!

Salmo de acción de gracias.

100 ¡Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra!
    ¡Adoren al Señor con regocijo!
    Preséntense ante él con cánticos de júbilo.
Reconozcan que el Señor es Dios;
    él nos hizo y somos suyos.[a]
    Somos su pueblo, ovejas de su prado.

Entren por sus puertas con acción de gracias;
    vengan a sus atrios con himnos de alabanza.
    ¡Denle gracias, alaben su nombre!
Porque el Señor es bueno, su gran amor perdura para siempre
    y su fidelidad permanece por todas las generaciones.

Footnotes

  1. 100:3 y somos suyos (Targum, Qumrán y mss.); y no nosotros (TM).

Las nuevas tablas de piedra

34 El Señor dijo a Moisés: «Labra dos tablas de piedra semejantes a las primeras que rompiste. Voy a escribir en ellas las mismas palabras que estaban escritas en las primeras. Prepárate para subir mañana a la cumbre del monte Sinaí y presentarte allí ante mí. Nadie debe acompañarte ni debe verse a nadie en ninguna parte del monte. Ni siquiera las ovejas y las vacas deben pastar frente al monte».

Moisés labró dos tablas de piedra semejantes a las primeras y muy de mañana las llevó en sus manos al monte Sinaí, como se lo había ordenado el Señor. El Señor descendió en la nube y se puso junto a Moisés. Luego le dio a conocer su nombre: pasando delante de él, proclamó:

—El Señor, el Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después y que perdona la maldad, la rebelión y el pecado; pero no tendrá por inocente al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación.

Enseguida Moisés se postró en tierra y adoró al Señor. Y dijo:

—Señor, si realmente cuento con tu favor, ven y quédate entre nosotros. Reconozco que este es un pueblo terco, pero perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y adóptanos como tu herencia.

El nuevo pacto

10 —Mira el pacto que hago ahora —respondió el Señor—. A la vista de todo tu pueblo haré maravillas que ante ninguna nación del mundo han sido realizadas. El pueblo en medio del cual vives verá las imponentes obras que yo, el Señor, haré por ti.

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El rostro resplandeciente de Moisés

29 Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía en sus manos las dos tablas del pacto. Pero no sabía que, por haberle hablado el Señor, de su rostro salía un haz de luz. 30 Al ver Aarón y todos los israelitas el rostro resplandeciente de Moisés, tuvieron miedo de acercársele; 31 pero Moisés llamó a Aarón y a todos los jefes y ellos regresaron para hablar con él. 32 Luego se acercaron todos los israelitas y Moisés ordenó acatar todo lo que el Señor le había dicho en el monte Sinaí.

33 En cuanto Moisés terminó de hablar con ellos, se cubrió el rostro con un velo. 34 Siempre que entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía. Al salir, comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado decir. 35 Y como los israelitas veían que su rostro resplandecía, Moisés se cubría de nuevo el rostro, hasta que entraba a hablar otra vez con el Señor.

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17 Por la fe Abraham, quien había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, 18 a pesar de que Dios le había dicho: «Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac».[a] 19 Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos; en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos.

20 Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro.

21 Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José y adoró apoyándose en la punta de su bastón.[b]

22 Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus huesos.

23 Por la fe el recién nacido Moisés fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso y no tuvieron miedo del edicto del rey.

24 Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. 25 Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. 26 Consideró que la deshonra por causa de Cristo era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. 27 Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey y se mantuvo firme, pues había visto a aquel que es invisible. 28 Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.

29 Por la fe el pueblo cruzó el mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron.

30 Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de que los israelitas marcharon siete días a su alrededor.

31 Por la fe la prostituta Rajab no murió junto con los desobedientes,[c] pues había recibido en paz a los espías.

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Footnotes

  1. 11:18 Gn 21:12.
  2. 11:21 Gn 47:31, el autor cita la LXX.
  3. 11:31 desobedientes. Alt. incrédulos.

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