Salmos 32:1-7
Reina-Valera 1995
La dicha del perdón
Salmo de David. Masquil
32 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada
y cubierto su pecado.
2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad
y en cuyo espíritu no hay engaño.
3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos
en mi gemir todo el día,
4 porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah
5 Mi pecado te declaré
y no encubrí mi iniquidad.
Dije: «Confesaré mis rebeliones a Jehová»,
y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah
6 Por esto orará a ti todo santo
en el tiempo en que puedas ser hallado;
ciertamente en la inundación de muchas aguas
no llegarán éstas a él.
7 Tú eres mi refugio;
me guardarás de la angustia;
con cánticos de liberación me rodearás. Selah
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