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¡Que no sea jamás avergonzado
ninguno de los que en ti confían!
¡Que sean puestos en vergüenza
los que sin motivo se rebelan contra ti!

Señor,
muéstrame tus caminos;
guíame por tus senderos;
guíame, encamíname en tu verdad,
pues tú eres mi Dios y Salvador.
¡En ti confío a todas horas!

Señor,
acuérdate del amor y la ternura
que siempre nos has manifestado,
pero no te acuerdes de mis pecados
ni del mal que hice en mi juventud.
Señor, acuérdate de mí,
por tu gran amor y bondad.

El Señor es bueno y justo;
él corrige la conducta de los pecadores
y guía por su camino a los humildes;
¡los instruye en la justicia!

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