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pues tú escuchas nuestras oraciones.
A ti acude todo el género humano.
Nuestras malas acciones nos dominan,
pero tú perdonas nuestras rebeliones.
¡Cuán dichoso es aquel a quien tú escoges
y lo llevas a vivir en tus atrios!
Nosotros quedamos plenamente satisfechos
con las bondades de tu casa,
con las bendiciones de tu santo templo.

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Tú oyes la oración;

A ti vendrá toda carne.

Las iniquidades prevalecen contra mí;

Mas nuestras rebeliones tú las perdonarás.

Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti,

Para que habite en tus atrios;

Seremos saciados del bien de tu casa,

De tu santo templo.

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Tú escuchas la oración,
    a ti acude todo mortal.
Cuando nuestras iniquidades
    y nuestros delitos nos abrumaban,
    tú los perdonaste.
¡Dichoso aquel a quien tú escoges,
    al que atraes a ti para que viva en tus atrios!
Saciémonos de los bienes de tu casa,
    de los dones de tu santo Templo.

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