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Aprecio por la sabiduría

Por eso supliqué a Dios, y me concedió prudencia;
le pedí espíritu de sabiduría, y me lo dio.
La preferí a los cetros y los tronos;
en comparación con ella, tuve en nada la riqueza.
Ninguna piedra preciosa me pareció igual a ella,
pues frente a ella todo el oro es como un puñado de arena,
y la plata vale tanto como el barro.

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