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Vale más ser honrado
que tener muchos hijos.
A la persona honrada
todo el mundo la recuerda,
y Dios y la gente la aprecian.

La gente de buena conducta
es digna de ser imitada,
y cuando está ausente,
se le echa de menos.

La gente de buena conducta
siempre saldrá victoriosa,
pues sus triunfos son honestos.
Por eso, Dios les dará en el cielo
una corona que nadie les quitará.

Los hijos de los malvados
nacen como consecuencia
de relaciones sexuales prohibidas.
Aunque sean muchos,
no tendrán un final feliz;
parecen plantas sin buena tierra
y sin raíces profundas.

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