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Es mejor no tener hijos y tener virtud;
pues la virtud que deja un buen recuerdo
es una especie de inmortalidad:
Dios y los hombres la aprecian.
Cuando está presente, los hombres la imitan;
cuando está ausente, la echan de menos;
desfila por la eternidad, coronada como vencedora,
por haber alcanzado el triunfo
luchando limpiamente por el premio.
La innumerable familia de los malos no prosperará;
los hijos nacidos del adulterio son como una planta que no echa raíces profundas
ni tiene bases firmes.

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