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18 Para tu pueblo santo, en cambio, brillaba una luz intensa.
Los egipcios, al oírlos hablar, aunque sin poder verlos,
envidiaban su felicidad por no sufrir como ellos;
les agradecían que, a pesar de los malos tratos recibidos,
no hubieran tomado venganza contra ellos,
y les pedían perdón por haberlos tratado como enemigos.
A tu pueblo, en vez de tinieblas,
le diste una columna de fuego,
como un sol que no hacía daño,
para que lo guiara en su desconocido viaje,
en su gloriosa expedición.

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