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22-23 Aunque esa comida
parecía nieve o hielo,
no se derretía con el fuego.
Así, el fuego perdía su fuerza
para que los buenos pudieran comer.
Pero ese fuego, al mismo tiempo,
ardía en forma de rayos y relámpagos,
para que el furor de la tempestad
destruyera las cosechas de los enemigos.

24 Los elementos de la creación
se someten a ti,
pues tú eres su creador.
Estos mismos elementos
se enfurecen contra los malvados,
pero se calman para favorecer
a los que confían en ti.

25 Por eso la naturaleza
se transformó por completo
y se puso al servicio de tu bondad.
Así ayudó en todo a tu pueblo.

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