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Tanto los que hacen esos ídolos,
como los que los adoran,
son gente que ama la maldad.
¡Por eso, sólo merecen la desgracia!

El ejemplo del alfarero

El alfarero amasa el barro
para hacer las vasijas que usamos.
Con el mismo barro puede hacer
vasijas para usarlas
en algo bueno o en algo malo.
El mismo alfarero decide
cómo usar cada una de sus vasijas.

Ese alfarero pierde tiempo y esfuerzo,
haciendo ídolos con el polvo de la tierra.
No se da cuenta que poco antes
él mismo fue formado de ese polvo
y que muy pronto, cuando se le acabe la vida,
volverá a ser polvo de la tierra.

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