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Tanto los que hacen ídolos
como los que los aman y les dan culto,
están enamorados del mal
y no merecen esperar nada mejor.

Ejemplo del alfarero

El alfarero, por ejemplo,
amasa laboriosamente el barro blando
y moldea cada vasija que necesitamos;
pero del mismo barro hace por igual
las que sirven para usos nobles
y las que sirven para otros usos;
es él, sin embargo, quien decide
cuál ha de servir para este o aquel uso.
Luego, dedicándose a una labor reprobable,
modela con el mismo barro un falso dios;
lo hace un hombre que ayer mismo nació de la tierra
y que pronto volverá a la tierra de donde fue sacado,
cuando tenga que entregar la vida que recibió prestada.

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