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A nosotros no nos engañan
esos ídolos inventados
por artistas chambones
que los pintan de todos colores.
Sólo los tontos se sienten atraídos
por esos ídolos sin vida.
Tanto los que hacen esos ídolos,
como los que los adoran,
son gente que ama la maldad.
¡Por eso, sólo merecen la desgracia!

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