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Pues no nos hemos dejado engañar
por esos ídolos inventados por la habilidad perversa de los hombres
y por el infructuoso trabajo de los pintores,
cuya vista despierta pasiones en los hombres sin razón
que se entusiasman con la imagen sin vida de un ídolo muerto.
Tanto los que hacen ídolos
como los que los aman y les dan culto,
están enamorados del mal
y no merecen esperar nada mejor.

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