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18 Luego, la ambición del artista fomentó,
en los que no conocían al rey,
el deseo de venerarlo,
19 pues, deseando sin duda agradar al gobernante,
exageró con arte la belleza de la imagen.
20 Así la gente, atraída por el encanto de la obra,
consideró como objeto de adoración
al que poco antes honraba sólo como a hombre.

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