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25 Como se comportaban
igual que los niños pequeñitos,
primero les diste un castigo muy suave;
¡parecía más juego que castigo!

26 Con ese castigo,
los egipcios no se corrigieron.
Así que les diste
el castigo que se merecían.
27 Y al verse castigados
con los mismos animales
que adoraban como dioses,
te reconocieron como el Dios verdadero,
como el Dios que no querían adorar.
¡Fue así como recibieron
el castigo que se merecían!

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