Add parallel Print Page Options

11 Ellos no podían cambiar,
pues eran malvados desde un principio.

Si no los castigaste por sus pecados,
no fue porque les tuvieras miedo.
12 En realidad, nadie puede regañarte
por nada de lo que tú haces.
Nadie puede condenarte
por destruir a las naciones
que tú mismo creaste.
Nadie puede enfrentarse a ti
para defender al culpable.

13 Dios nuestro,
aparte de ti no hay otro dios
que cuide de todos los pueblos.
A ningún dios tienes que probarle
que has hecho lo correcto.

Read full chapter