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Las aguas del río Nilo
se llenaron de sangre y de barro.
Ése fue el castigo que tú, Dios nuestro,
les diste a los egipcios
cuando ellos mandaron matar
a los niños de tu pueblo.

A todos los de tu pueblo,
les diste agua en abundancia.
Hiciste que los israelitas tuvieran sed,
porque querías mostrarles
cómo castigabas a sus enemigos
por su terrible maldad.

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