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Dios examina el pensamiento de los malos;
Dios oye todo lo que ellos dicen.
Los malvados no pueden esconderse de Dios.
10 Dios escucha con atención
hasta lo que se dice en voz baja.
11 Por eso, apártense del chisme
y de las malas palabras.
Hasta la palabra más inocente
puede causar grandes desgracias;
las mentiras acaban con la gente.

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