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Su espíritu está presente en todas partes,
todo lo sostiene y mantiene unido,
y escucha todas las palabras.
Por eso, los malvados no podrán esconderse
ni escaparán al castigo de Dios.

Dios examina el pensamiento de los malos;
Dios oye todo lo que ellos dicen.
Los malvados no pueden esconderse de Dios.

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