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Cuando Noemí se enteró de que el Señor había bendecido a su pueblo y que el hambre había terminado, decidió abandonar Moab junto con sus nueras. Las tres mujeres salieron de donde habían vivido, y emprendieron el camino de vuelta a la tierra de Judá. Pero Noemí les dijo a sus dos nueras:

«Es mejor que regresen a la casa de su madre. Que el Señor las trate con misericordia, tal y como ustedes nos trataron a mis hijos y a mí. Que el Señor les conceda hallar reposo, cada una en casa de su propio marido.»

Luego las despidió con un beso, pero ellas se pusieron a llorar a voz en cuello 10 y le dijeron:

«Las dos nos queremos ir contigo a tu pueblo.»

11 Pero Noemí respondió:

«Regresen a su pueblo, hijas mías. No tiene caso que vengan conmigo, pues ya no tengo más hijos que puedan ser sus maridos. 12 ¡Váyanse, hijas mías! Yo ya estoy vieja para tener marido. Y aun cuando abrigara esa esperanza, y esta noche estuviera con un hombre y volviera a tener hijos, 13 ¿habrían de quedarse ustedes sin casar, por causa de ellos? ¡No, hijas mías! Mi amargura es mayor que la de ustedes, porque el Señor se ha puesto en mi contra.»

14 Pero ellas seguían llorando a voz en cuello. Y Orfa se despidió de su suegra con un beso, pero Rut se quedó con ella.

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