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14 A la hora de comer, Booz llamó a Rut y le dijo:

—Ven acá, toma un pedazo de pan y mójalo en esta salsa de vinagre.

Rut se sentó junto a los segadores, y Booz le dio grano tostado. Ella comió hasta quedar satisfecha, y todavía le sobró. 15 Luego, cuando fue otra vez a recoger espigas, Booz ordenó a sus criados:

—Dejen que también recoja espigas entre los manojos de cebada. No se lo impidan. 16 Y aun dejen caer algunas espigas de sus propios manojos, para que ella las recoja. ¡Que nadie la moleste!

17 Rut recogió espigas en el campo de Booz hasta que llegó la noche. Y lo recogido por ella dio, al desgranarlo, más de veinte kilos de cebada. 18 Regresó entonces a la ciudad cargada con el grano, y fue a mostrárselo a su suegra. Después sacó lo que le había sobrado de la comida y se lo dio a Noemí.

19 —¿Dónde trabajaste hoy? —le preguntó Noemí—. ¿Dónde recogiste tantas espigas? ¡Bendito sea el que te ha ayudado de esa manera!

Rut le contó a su suegra con quién había estado trabajando.

—El hombre con quien he trabajado se llama Booz —le dijo.

20 Y Noemí le contestó:

—¡Que el Señor lo bendiga! Él ha sido bondadoso con nosotras ahora, como antes lo fue con los que ya han muerto. Ese hombre es pariente cercano de nosotras, y por eso es uno de los que tienen el deber de protegernos.

21 Rut añadió:

—También me dijo que siga yo trabajando con sus criadas hasta que se termine la cosecha.

22 Entonces Noemí respondió a su nuera:

—Hija mía, me parece bien que te quedes con sus criadas y que no vayas a ningún otro campo, para que nadie te moleste.

23 Rut siguió, pues, recogiendo espigas con las criadas de Booz hasta que se terminó la cosecha de la cebada y el trigo. Mientras tanto, vivía en compañía de su suegra.

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