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Booz se dirigió a ella y le dijo:

―Escucha, hija mía. Quédate aquí para espigar. No vayas a otros campos. Sigue detrás de mis segadoras. Yo les he dicho a los hombres que no te molesten; y cuando tengas sed, bebe del agua que sacan los criados.

10 Ella le dio gracias de todo corazón:

―¿Cómo puedes ser tan bondadoso conmigo? —preguntó—. Tú sabes que yo tan sólo soy una extranjera.

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