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No es que haya fallado la palabra de Dios; porque no todos los nacidos de Israel son de Israel, ni por ser descendientes de Abraham son todos hijos suyos, sino que en Isaac será llamada tu descendencia[a]. Esto quiere decir que no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios; más bien, los hijos de la promesa son contados como descendencia. Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo[b]. 10 Y no solo esto, sino que también cuando Rebeca concibió de un hombre, de Isaac nuestro padre, 11 y aunque todavía no habían nacido sus hijos ni habían hecho bien o mal —para que el propósito de Dios dependiese de su elección, 12 no de las obras sino del que llama—, a ella se le dijo: “El mayor servirá al menor”[c], 13 como está escrito: A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí[d].

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