¿Qué diremos(A) entonces? ¿Es pecado la ley? ¡De ningún modo(B)! Al contrario, yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por medio de la ley(C); porque yo no hubiera sabido lo que es la codicia[a], si la ley no hubiera dicho: No codiciaras(D). Pero el pecado, aprovechándose del[b] mandamiento(E), produjo en mí toda clase de codicia[c]; porque aparte de la ley el pecado está muerto(F). Y en un tiempo yo vivía sin la ley, pero al venir el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí; 10 y este mandamiento, que era para vida(G), a mí me resultó para muerte; 11 porque el pecado, aprovechándose del[d] mandamiento(H), me engañó(I), y por medio de él me mató. 12 Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno(J). 13 ¿Entonces lo que es bueno vino a ser causa de muerte para mí? ¡De ningún modo(K)! Al contrario, fue el pecado, a fin de mostrarse que es pecado al producir mi muerte por medio de lo que es bueno, para que por medio del mandamiento el pecado llegue a ser en extremo pecaminoso.

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Notas al pie

  1. Romanos 7:7 O, lujuria
  2. Romanos 7:8 O, tomando ocasión mediante el
  3. Romanos 7:8 O, lujuria
  4. Romanos 7:11 O, tomando ocasión mediante el

La ley de Dios revela nuestro pecado

Ahora bien, ¿acaso sugiero que la ley de Dios es pecaminosa? ¡De ninguna manera! De hecho, fue la ley la que me mostró mi pecado. Yo nunca hubiera sabido que codiciar es malo si la ley no dijera: «No codicies»[a]. ¡Pero el pecado usó ese mandamiento para despertar toda clase de deseos codiciosos dentro de mí! Si no existiera la ley, el pecado no tendría ese poder. Hubo un tiempo en que viví sin entender la ley. Sin embargo, cuando aprendí, por ejemplo, el mandamiento de no codiciar, el poder del pecado cobró vida 10 y yo morí. Entonces me di cuenta de que los mandatos de la ley—que supuestamente traían vida—trajeron, en cambio, muerte espiritual. 11 El pecado se aprovechó de esos mandatos y me engañó; usó los mandatos para matarme. 12 Sin embargo, la ley en sí misma es santa, y sus mandatos son santos, rectos y buenos.

13 ¿Pero cómo puede ser? ¿Acaso la ley, que es buena, provocó mi muerte? ¡Por supuesto que no! El pecado usó lo que era bueno a fin de lograr mi condena de muerte. Por eso, podemos ver qué terrible es el pecado. Se vale de los buenos mandatos de Dios para lograr sus propios fines malvados.

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Notas al pie

  1. 7:7 Ex 20:17; Dt 5:21.

La lucha contra el pecado

¿Quiere decir esto que la ley es pecado? ¡Claro que no! Pero si no hubiera sido por la ley, yo no habría entendido lo que es el pecado. Por ejemplo, si la ley no dijera: «No se dejen dominar por el deseo de tener lo que otros tienen», yo no sabría que eso es malo. Cuando no hay ley, el pecado no tiene ningún poder. Pero el pecado usó ese mandamiento de la ley, y me hizo desear toda clase de mal.

Cuando yo todavía no conocía la ley, vivía tranquilo; pero cuando conocí la ley, me di cuenta de que era un gran pecador 10 y de que vivía alejado de Dios. Fue así como la ley, que debió haberme dado la vida eterna, más bien me dio la muerte eterna. 11 Porque el pecado usó la ley para engañarme, y con esa misma ley me alejó de Dios.

12 Podemos decir, entonces, que la ley viene de Dios, y que cada uno de sus mandatos es bueno y justo. 13 Con esto no estoy diciendo que la ley, que es buena, me llevó a la muerte. ¡De ninguna manera! El que hizo esto fue el pecado, que usó un mandato bueno. Así, por medio de un mandato bueno todos podemos saber lo realmente malo y terrible que es el pecado.

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