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El conflicto interior con el pecado

¿Qué, pues, diremos? ¿Que la ley es pecado? ¡De ninguna manera! Al contrario, yo no habría conocido el pecado sino por medio de la ley; porque no estaría consciente de la codicia si la ley no dijera: No codiciarás[a]. Pero el pecado, tomando ocasión en el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto.

Así que, yo vivía en un tiempo sin la ley pero, cuando vino el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. 10 Y descubrí que el mismo mandamiento que era para vida me resultó en muerte 11 porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó y, por él, me mató. 12 De manera que la ley ciertamente es santa; y el mandamiento es santo, justo y bueno.

13 Luego, ¿lo que es bueno llegó a ser muerte para mí? ¡De ninguna manera! Más bien, el pecado, para mostrarse pecado, mediante lo bueno produjo muerte en mí a fin de que, mediante el mandamiento, el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso.

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