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Tened en cuenta que nuestra antigua condición pecadora fue clavada junto con Cristo en la cruz, para que así quedara destruido este cuerpo sometido al pecado y nosotros quedáramos liberados de su servidumbre. Pues cuando una persona muere, queda libre del dominio del pecado. Si, pues, hemos muerto con Cristo, debemos confiar en que también viviremos con él; sabemos, en efecto, que Cristo, al haber resucitado de entre los muertos es ya inmortal; la muerte ha perdido su dominio sobre él. 10 En cuanto a la razón de su muerte, murió para liberarnos definitivamente del pecado; en lo que se refiere a su vivir, vive para Dios. 11 Igualmente vosotros, considerad que habéis muerto al pecado y vivís para Dios en unión con Cristo Jesús.

12 Que no siga dominándoos el pecado; aunque vuestro cuerpo sea mortal, no os sometáis a sus apetencias, 13 ni os convirtáis en instrumentos del mal al servicio del pecado. Presentaos, más bien, ante Dios como lo que sois: muertos retornados a la vida, y haced de vuestros cuerpos instrumentos del bien al servicio de Dios.

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