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Saluden también a la iglesia que se reúne en casa de Prisca y Aquila.

Saluden a mi estimado hermano Epeneto, que fue el primero en seguir a Cristo en Asia.

Saluden a María que ha hecho un gran trabajo por ustedes.

Saluden a Andrónico y a Junias que son mis parientes y estuvieron conmigo en prisión. Ellos se han destacado entre los apóstoles y se unieron a la fe de Cristo antes que yo.

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