⁹ Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. ¹⁰ Pues es por creer en tu corazón que eres hecho justo a los ojos de Dios y es por declarar abiertamente tu fe que eres salvo.

¹³ Por lo tanto, nunca dejamos de darle gracias a Dios de que cuando recibieron su mensaje de parte nuestra, ustedes no consideraron nuestras palabras como solo ideas humanas. Tomaron lo que dijimos como la misma palabra de Dios, la cual, por supuesto, lo es. Y esta palabra sigue actuando en ustedes los que creen.

⁴² Luego le dijeron a la mujer: «Ahora creemos, no solo por lo que tú nos dijiste, sino porque lo hemos oído en persona. Ahora sabemos que él es realmente el Salvador del mundo».

²⁹ Jesús les dijo:

—La única obra que Dios quiere que hagan es que crean en quien él ha enviado.

³⁵ (La información anterior proviene de un testigo ocular que presenta un relato fiel. Él dice la verdad para que ustedes también continúen creyendo^[a]).

³⁰ Felipe se acercó corriendo y oyó que el hombre leía al profeta Isaías. Felipe le preguntó:

—¿Entiendes lo que estás leyendo?

³¹ El hombre contestó:

—¿Y cómo puedo entenderlo, a menos que alguien me explique?

Y le rogó a Felipe que subiera al carruaje y se sentara junto a él.

³² El pasaje de la Escritura que leía era el siguiente:

³⁴ El eunuco le preguntó a Felipe: «Dime, ¿hablaba el profeta acerca de sí mismo o de alguien más?». ³⁵ Entonces, comenzando con esa misma porción de la Escritura, Felipe le habló de la Buena Noticia acerca de Jesús.

³⁶ Mientras iban juntos, llegaron a un lugar donde había agua, y el eunuco dijo: «¡Mira, allí hay agua! ¿Qué impide que yo sea bautizado?».^{[b] 38} Ordenó que detuvieran el carruaje, descendieron al agua, y Felipe lo bautizó.

⁶ De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad.

⁵ ¿Y quién puede ganar esta batalla contra el mundo? Únicamente los que creen que Jesús es el Hijo de Dios.

⁸ Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. ⁹ La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo.

¹² Por eso estoy sufriendo aquí, en prisión; pero no me avergüenzo de ello, porque yo sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que él es capaz de guardar lo que le he confiado^[a] hasta el día de su regreso.