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Porque Cristo es el fin[a] de la ley para justicia a todo aquel que cree(A).

Cómo ser salvo

Pues Moisés escribe que el hombre que practica la justicia que es de la ley, vivirá por ella(B). Pero la justicia que es de la fe(C), dice así: «No digas en tu corazón: “¿Quién subirá al cielo(D)?”. Esto es, para hacer bajar a Cristo, o “¿Quién descenderá al abismo(E)?”. Esto es, para subir a Cristo de entre los muertos(F)».

Pero, ¿qué dice? «Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón(G)», es decir, la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor(H), y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo(I).

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Footnotes

  1. Romanos 10:4 O la meta, o el objetivo.

porque el cumplimiento de la ley es Cristo, para la justicia de todo aquel que cree.

Moisés describe así a la justicia que se basa en la ley: «Quien practique estas cosas, vivirá por ellas.»(A) Pero la justicia que se basa en la fe dice así: «No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (Es decir, para hacer que Cristo baje.) ¿O quién bajará al abismo? (Es decir, para hacer subir a Cristo de entre los muertos.)» Lo que dice es: «La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón.»(B) Ésta es la palabra de fe que predicamos: «Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.»

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Dios ya no nos acepta por obedecer la ley; ahora sólo acepta a los que confían en Cristo. Con Cristo, la ley llegó a su cumplimiento.

Todos pueden ser salvos

Al referirse a los que obedecen la ley para que Dios los acepte, Moisés escribió lo siguiente: «La persona que obedezca la ley se salvará si la cumple.» Al contrario, esto es lo que dice de los que confían en Dios para que él los acepte: «Nunca te preguntes: “¿Quién subirá al cielo?”», es decir, subir al cielo para pedirle a Cristo que baje. «Tampoco te preguntes: “¿Quién bajará al mundo de los muertos?”», es decir, bajar allá para pedirle a Cristo que resucite.

Más bien, la Biblia dice: «El mensaje de Dios está cerca de ti; está en tu boca y en tu corazón.» Y ese mismo mensaje es el que les traemos: que debemos confiar en Dios. Pues si ustedes reconocen con su propia boca que Jesús es el Señor, y si creen de corazón que Dios lo resucitó, entonces se librarán del castigo que merecen.

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A todo el que cree, Dios lo declara justo, pues en Cristo la ley llegó a su cumplimiento. Moisés describió a la persona que obedece la ley para que Dios la acepte de la siguiente manera: «Si una persona obedece la ley, vivirá por hacerlo».

Sin embargo, acerca de los que confían en Dios para que los declare justos, dice: «No tienes que preguntarte, “¿quién subirá al cielo?” (para pedirle a Cristo que descienda), ni tienes que decir: “¿quién bajará al abismo?” (para retornar a Cristo a la vida)».

Más bien, nosotros predicamos el mensaje de fe que la Escritura enseña:

«El mensaje está a tu alcance, en tu boca y en tu corazón».

Si declaras con tu boca que Jesús es el Señor y crees de corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, Dios te salvará.

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Porque la ley llega a su término con Cristo, y así todos por la fe pueden llegar a ser justos.

De la justicia basada en la ley, Moisés escribió esto: «La persona que cumpla la ley, vivirá por ella.» Pero de la justicia basada en la fe, se dice: «No pienses: “¿Quién subirá al cielo?” —esto es, para hacer que Cristo baje—; o “¿Quién bajará al abismo?”» —esto es, para hacer que Cristo suba de entre los muertos. ¿Qué es, pues, lo que dice?: «La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón.» Esta palabra es el mensaje de fe que predicamos. Si con tu boca reconoces a Jesús como Señor, y con tu corazón crees que Dios lo resucitó, alcanzarás la salvación.

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