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14 Pero ¿cómo van a invocarlo, si no han creído en él? ¿Y cómo van a creer en él, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír, si no hay quien les anuncie el mensaje? 15 ¿Y cómo van a anunciar el mensaje, si no son enviados? Como dice la Escritura: «¡Qué hermosa es la llegada de los que traen buenas noticias!»

16 Pero no todos han aceptado el evangelio. Es como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha creído al oír nuestro mensaje?» 17 Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo.

18 Pero yo pregunto: ¿Será tal vez que no oyeron el mensaje? ¡Claro que lo oyeron! Porque la Escritura dice:

«La voz de ellos salió por toda la tierra,
y hasta los últimos rincones del mundo llegaron sus palabras.»

19 Y vuelvo a preguntar: ¿Será que los de Israel no se han dado cuenta? En primer lugar, Moisés dice:

«Yo los pondré a ustedes celosos
de un pueblo que no es pueblo;
los haré enojar contra un pueblo
que no quiere entender.»

20 Luego, Isaías se atreve a decir:

«Los que no me buscaban, me encontraron;
y me mostré a los que no preguntaban por mí.»

21 Y al hablar de los israelitas, Isaías dice: «Todo el día extendí mis manos a un pueblo desobediente y rebelde.»

Los planes de Dios

11 Ahora pregunto: ¿Será que Dios ha rechazado a su pueblo? ¡Claro que no! Yo mismo soy israelita, descendiente de Abraham y de la tribu de Benjamín. Desde el principio, Dios había reconocido a los israelitas como su pueblo; y ahora no los ha rechazado. ¿No saben ustedes que la Escritura dice en la historia del profeta Elías que éste, en su oración a Dios, acusó al pueblo de Israel? Dijo: «Señor, han matado a tus profetas y han destruido tus altares; sólo yo he quedado con vida, y a mí también me quieren matar.» Pero Dios le contestó: «He apartado para mí siete mil hombres que no se han arrodillado ante el dios Baal.» Pues de la misma manera, ha quedado ahora un pequeño resto, que Dios, en su bondad, ha escogido. Y si es por la bondad de Dios, ya no es por los hechos; porque si así fuera, la bondad de Dios ya no sería bondad.

¿Entonces qué? Los israelitas no consiguieron lo que buscaban, pero los que Dios escogió sí lo consiguieron. Los otros fueron endurecidos, como dice la Escritura: «Dios los hizo espiritualmente insensibles, y así son hasta el día de hoy; les dio ojos que no ven y oídos que no oyen.» También dice David:

«Que sus banquetes se les vuelvan trampas y redes,
para que tropiecen y sean castigados.
10 Que sus ojos se queden ciegos y no vean;
que su espalda se les doble para siempre.»

La salvación de los no judíos

11 Ahora pregunto: ¿Será que los judíos, al tropezar, cayeron por completo? ¡De ninguna manera! Al contrario, al desobedecer los judíos, los otros han podido alcanzar la salvación, para que los israelitas se pongan celosos. 12 Así que, si el tropiezo y el fracaso de los judíos han servido para enriquecer al mundo, a los que no son judíos, ¡ya podemos imaginarnos lo que será su plena restauración!