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23 Tampoco necesita sol ni luna que la alumbren; la ilumina la gloria de Dios, y su antorcha es el Cordero. 24 La luz de esta ciudad alumbrará el destino de los pueblos, y los reyes del mundo vendrán a rendirle homenaje. 25 No se cerrarán sus puertas al anochecer pues allí no habrá noche; 26 y le llevarán como ofrenda el poderío y la riqueza de los pueblos. 27 Y nada manchado entrará en ella: ningún depravado, ningún embaucador; tan sólo los inscritos en el libro de la vida del Cordero.

El río de agua viva

22 El ángel me enseñó también un río de agua viva, transparente como el cristal, que manaba del trono de Dios y del Cordero. En medio de la plaza de la ciudad, a una y otra orilla del río, crecía un árbol de vida que daba doce cosechas, a cosecha por mes, y sus hojas servían de medicina a las naciones. Allí no habrá ya nada maldito. Será la ciudad del trono de Dios y del Cordero, donde sus servidores le rendirán culto, contemplarán su rostro y llevarán su nombre grabado en la frente. Una ciudad sin noches y sin necesidad de antorchas ni de sol, porque el Señor Dios será la luz que alumbre a sus habitantes, los cuales reinarán por siempre.