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Vi también que la ciudad santa,(A) la nueva Jerusalén, descendía del cielo, de Dios,(B) ataviada como una novia que se adorna para su esposo.(C) Entonces oí que desde el trono salía una potente voz, la cual decía: «Aquí está el tabernáculo de Dios con los hombres. Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo,(D) y Dios mismo estará con ellos y será su Dios.

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25 Esposos, amen a sus esposas,(A) así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla. Él la purificó en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, santa e intachable, sin mancha ni arruga ni nada semejante.

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