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Vuelves al hombre hasta ser quebrantado,

Y dices: Convertíos, hijos de los hombres.

Porque mil años delante de tus ojos,

Son como el día de ayer, que pasó,

Y como una de las vigilias de la noche.

Háceslos pasar como avenida de aguas; son como sueño;

Como la hierba que crece en la mañana:

En la mañana florece y crece;

A la tarde es cortada, y se seca.

Porque con tu furor somos consumidos,

Y con tu ira somos conturbados.

Pusiste nuestras maldades delante de ti,

Nuestros yerros á la luz de tu rostro.

Porque todos nuestros días declinan á causa de tu ira;

Acabamos nuestros años como un pensamiento.

10 Los días de nuestra edad son setenta años;

Que si en los más robustos son ochenta años,

Con todo su fortaleza es molestia y trabajo;

Porque es cortado presto, y volamos.

11 ¿Quién conoce la fortaleza de tu ira,

Y tu indignación según que debes ser temido?

12 Enséñanos de tal modo á contar nuestros días,

Que traigamos al corazón sabiduría.

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