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El reino del ungido del Señor

¿Por qué se rebelan los pueblos?
¿Por qué conspiran las naciones?
Los reyes de la tierra hacen alianzas;
los caudillos se declaran en contra
del Señor y de su Mesías.(A) Y dicen:
«¡Vamos a quitarnos sus cadenas!
¡Vamos a librarnos de sus ataduras!»

El que reina en los cielos se ríe;
el Señor se burla de ellos.
Pero ya enfurecido, les habla,
y con su enojo los deja turbados.
«Ya he establecido a mi rey
sobre el monte Sión, mi lugar santo.»

Yo daré a conocer el decreto
que el Señor me ha comunicado:
«Tú eres mi hijo.
En este día te he engendrado.(B)
Pídeme que te dé las naciones como herencia,
y tuyos serán los confines de la tierra.
Someterás a las naciones con cetro de hierro,(C)
y las destrozarás como a vasijas de barro.»

10 Ustedes, los reyes: ¡sean prudentes!
Y ustedes, los jueces: ¡admitan la corrección!
11 Sirvan al Señor con reverencia
y ríndanle culto con temor reverente.
12 Ríndanse a los pies de su Hijo,
no sea que él se enoje y ustedes perezcan,
pues su enojo se enciende de repente.
¡Bienaventurados son los que en él confían!

La señal de la vasija rota

19 Así dijo el Señor:

«Ve y compra del alfarero una vasija de barro. Lleva contigo a algunos de los ancianos del pueblo y de los ancianos de los sacerdotes. Luego saldrás al valle de Ben Jinón,(A) que está a la entrada de la puerta oriental, y allí proclamarás esto que voy a decirte: “Reyes de Judá, y habitantes de Jerusalén, ¡oigan la palabra del Señor! Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo voy a traer sobre este lugar tal calamidad, que a todo el que lo sepa le zumbarán los oídos. Ustedes me han abandonado. Han profanado este lugar al ofrecer en él incienso a dioses ajenos, dioses que ni ustedes ni sus padres conocieron, ni tampoco los reyes de Judá, y lo han llenado con la sangre de gente inocente. Construyeron altares a Baal, y allí le ofrecieron a sus hijos en holocausto;(B) lo cual nunca les mandé, ni lo mencioné ni me vino a la mente. Por lo tanto, vienen días cuando este lugar no volverá a llamarse Tofet, ni valle de Ben Jinón, sino Valle de la Matanza.”

—Palabra del Señor.

»Yo frustraré en este lugar los planes de Judá y de Jerusalén, y delante de sus enemigos los haré caer a filo de espada; los pondré en las manos de los que buscan matarlos, y dejaré que sus cuerpos les sirvan de alimento a las aves de rapiña y a los animales salvajes. Haré de esta ciudad un motivo de espanto y de burla. Todos los que pasen por ella quedarán asombrados y se burlarán de su total destrucción. Será tal el asedio y las angustias que les harán pasar sus enemigos, los que buscan matarlos, que todos ustedes se comerán la carne misma de sus hijos e hijas, y aun la carne de sus amigos.

10 »Entonces, en presencia de tus acompañantes, harás pedazos la vasija 11 y les dirás que yo, el Señor de los ejércitos, he decidido hacer pedazos a este pueblo y a esta ciudad, como quien hace pedazos una vasija de barro. ¡Nunca más volverán a ser lo que fueron! Y los enterrarán en Tofet, porque no habrá otro lugar donde los entierren. 12 Eso es lo que voy a hacer con este lugar. Haré con esta ciudad y con sus habitantes lo mismo que hice con Tofet.

—Palabra del Señor.

13 »Puesto que sobre los tejados de todas sus casas ofrecieron incienso a todas las huestes celestiales, y derramaron libaciones en honor a dioses ajenos, todas las casas de Jerusalén y de los reyes de Judá quedarán impuras, como impuro quedó Tofet.»

14 Luego Jeremías volvió de Tofet, adonde el Señor lo había enviado a profetizar, y en el atrio de la casa del Señor se puso de pie y le dijo a todo el pueblo:

15 «Así ha dicho el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “Esta ciudad, y todas las villas que la rodean, se han encaprichado y no quieren oír mis palabras. Por eso, voy a traer sobre ella todo el mal que le había anunciado.”»

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Un buen ministro de Jesucristo

Si enseñas esto a los hermanos, serás un buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal es poco provechoso, pero la piedad es provechosa para todo, pues cuenta con promesa para esta vida presente, y para la venidera. Esta palabra es fiel, y digna de ser recibida por todos. 10 Y por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, y mayormente de los que creen.

11 Esto manda y enseña. 12 Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. 13 Mientras llego, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. 14 No descuides el don que hay en ti, y que recibiste mediante profecía, cuando se te impusieron las manos del presbiterio. 15 Ocúpate en estas cosas, y permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea evidente a todos. 16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello. Si haces esto, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen.

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Promesa de vivir rectamente

Salmo de David.

101 Alabaré tu misericordia y tu justicia;
cantaré, Señor, salmos a tu nombre.
Quiero entender tus perfectas enseñanzas.
¿Cuándo vendrás a mi encuentro?
Así me conduciré con rectitud en mi hogar,
y no pondré los ojos en la injusticia.

Odio a los que actúan de manera torcida;
no permito que ninguno de ellos se acerque a mí.
Mantengo alejados a los de intenciones perversas;
no tengo nada que ver con los malvados.

Destruiré al que con malicia deshonre a su prójimo;
no toleraré a los de mirada altanera y vanidosa.
Me fijaré en los que son fieles, y conmigo vivirán;
sólo me servirán los que vayan por el buen camino.
No habitará en mi casa quien cometa fraudes,
ni se presentará ante mí ningún mentiroso.
Por las mañanas borraré del país a todos los impíos,
y expulsaré de la ciudad del Señor a todos los malvados.

Caída de Samaria

En el séptimo año del reinado de Oseas hijo de Elá sobre Israel, que era el cuarto año del reinado del rey Ezequías de Judá, el rey Salmanasar de Asiria atacó la ciudad de Samaria y la sitió. 10 Tres años después logró conquistarla. En el año sexto del reinado de Ezequías, que era el noveno año del reinado de Oseas sobre Israel, Samaria fue conquistada. 11 El rey de Asiria hizo prisioneros a los israelitas, y los llevó cautivos a Asiria. Los puso en las ciudades de Jalaj y Jabor, junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos. 12 Y es que los israelitas no obedecieron a la voz del Señor, su Dios, sino que faltaron a su pacto y a todo lo que había mandado Moisés, el siervo del Señor. No las obedecieron ni las pusieron por obra.

Senaquerib invade a Judá(A)

13 En el año catorce del reinado de Ezequías, el rey Senaquerib de Asiria atacó todas las ciudades fortificadas de Judá, y las conquistó. 14 Y el rey Ezequías de Judá envió a decirle al rey de Asiria, que estaba en Laquis:

«He pecado. Aléjate de mí, y yo haré todo lo que me impongas.»

El rey de Asiria impuso al rey Ezequías de Judá un tributo de nueve mil novecientos kilos de plata y novecientos noventa kilos de oro, 15 y Ezequías entregó toda la plata que había en el templo del Señor y en los tesoros del palacio real. 16 Además, removió el oro de las puertas y quiciales del templo del Señor, que el mismo rey Ezequías había recubierto de oro, y se lo entregó al rey de Asiria. 17 Después el rey de Asiria envió desde Laquis un gran ejército contra el rey Ezequías. Venía comandado por el Tartán, el Rabsaris y el Rabsaces, y éstos vinieron y atacaron a Jerusalén. Cuando llegaron, acamparon junto al acueducto del estanque de arriba, en dirección al Campo del Lavador. 18 Allí, llamaron al rey, pero salieron a hablar con ellos el mayordomo Eliaquín hijo de Hilcías, el escriba Sebna, y el canciller Yoaj hijo de Asaf.

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Un buen ministro de Jesucristo

Si enseñas esto a los hermanos, serás un buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal es poco provechoso, pero la piedad es provechosa para todo, pues cuenta con promesa para esta vida presente, y para la venidera. Esta palabra es fiel, y digna de ser recibida por todos. 10 Y por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, y mayormente de los que creen.

11 Esto manda y enseña. 12 Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. 13 Mientras llego, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. 14 No descuides el don que hay en ti, y que recibiste mediante profecía, cuando se te impusieron las manos del presbiterio. 15 Ocúpate en estas cosas, y permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea evidente a todos. 16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello. Si haces esto, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen.

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