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te has enredado con tus propias palabras;
¡eres cautivo de tus propias promesas!
Hijo mío, has caído en manos de tu prójimo.
Para librarte, tienes que hacer lo siguiente:
Ve a hablar con tu prójimo, y humíllate ante él.
No te des un momento de reposo;
no cierres los ojos ni te duermas.

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Te has enlazado con las palabras de tu boca,

Y has quedado preso en los dichos de tus labios.

Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate,

Ya que has caído en la mano de tu prójimo;

Ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo.

No des sueño a tus ojos,

Ni a tus párpados adormecimiento;

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