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Así sabrás ser discreto
y podrás hablar con conocimiento.
Pues la mujer ajena habla con dulzura
y su voz es más suave que el aceite;
pero termina siendo más amarga que el ajenjo
y más cortante que una espada de dos filos.

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Para que guardes consejo,

Y tus labios conserven la ciencia.

Porque los labios de la mujer extraña destilan miel,

Y su paladar es más blando que el aceite;

Mas su fin es amargo como el ajenjo,

Agudo como espada de dos filos.

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