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¶ Oíd, hijos, el castigo del padre; y estad atentos para que sepáis inteligencia.

Porque os doy buena enseñanza; no desamparéis mi ley.

Porque yo fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre.

Y él me enseñaba, y me decía: Sustente tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás.

Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;

no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará.

Sabiduría primero que todo; adquiere sabiduría; y ante toda tu posesión adquiere inteligencia.

Crece en ella, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hubieres abrazado.

Dará a tu cabeza aumento de gracia; corona de hermosura te entregará.

10 Oye, hijo mío, y recibe mis razones; y se te multiplicarán años de vida.

11 Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar.

12 Cuando anduvieres por ellas no se estrecharán tus pasos; y si corrieres, no tropezarás.

13 Ten el castigo, no lo dejes; guárdalo, porque eso es tu vida.

14 ¶ No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos.

15 Desampárala, no pases por ella; apártate de ella, y pasa.

16 Porque no duermen ellos, si no hicieren mal; y pierden su sueño, si no han hecho caer.

17 Porque comen pan de maldad, y beben vino de violencia.

18 Mas la vereda de los justos es como la luz del lucero, que va en aumento hasta que el día es perfecto.

19 El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan.

20 ¶ Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones.

21 No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón.

22 Porque son vida a los que las hallan, y medicina a toda su carne.

23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.

24 Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la desviación de los labios.

25 Tus ojos miren lo recto, y tus párpados enderecen tu camino delante de ti.

26 Pesa la vereda de tus pies, y todos tus caminos sean ordenados.

27 No te desvíes a diestra, ni a siniestra; aparta tu pie del mal.

Audite, filii, disciplinam patris, et attendite ut sciatis prudentiam.

Donum bonum tribuam vobis: legem meam ne derelinquatis.

Nam et ego filius fui patris mei, tenellus et unigenitus coram matre mea.

Et docebat me, atque dicebat: Suscipiat verba mea cor tuum; custodi praecepta mea, et vives.

Posside sapientiam, posside prudentiam: ne obliviscaris, neque declines a verbis oris mei.

Ne dimittas eam, et custodiet te: dilige eam, et conservabit te.

Principium sapientiae: posside sapientiam, et in omni possessione tua acquire prudentiam.

Arripe illam, et exaltabit te; glorificaberis ab ea cum eam fueris amplexatus.

Dabit capiti tuo augmenta gratiarum, et corona inclyta proteget te.

10 Audi, fili mi, et suscipe verba mea, ut multiplicentur tibi anni vitae.

11 Viam sapientiae monstrabo tibi; ducam te per semitas aequitatis:

12 quas cum ingressus fueris, non arctabuntur gressus tui, et currens non habebis offendiculum.

13 Tene disciplinam, ne dimittas eam; custodi illam, quia ipsa est vita tua.

14 Ne delecteris in semitis impiorum, nec tibi placeat malorum via.

15 Fuge ab ea, nec transeas per illam; declina, et desere eam.

16 Non enim dormiunt nisi malefecerint, et rapitur somnus ab eis nisi supplantaverint.

17 Comedunt panem impietatis, et vinum iniquitatis bibunt.

18 Justorum autem semita quasi lux splendens procedit, et crescit usque ad perfectam diem.

19 Via impiorum tenebrosa; nesciunt ubi corruant.

20 Fili mi, ausculta sermones meos, et ad eloquia mea inclina aurem tuam.

21 Ne recedant ab oculis tuis: custodi ea in medio cordis tui:

22 vita enim sunt invenientibus ea, et universae carni sanitas.

23 Omni custodia serva cor tuum, quia ex ipso vita procedit.

24 Remove a te os pravum, et detrahentia labia sint procul a te.

25 Oculi tui recta videant, et palpebrae tuae praecedant gressus tuos.

26 Dirige semitam pedibus tuis, et omnes viae tuae stabilientur.

27 Ne declines ad dexteram neque ad sinistram; averte pedem tuum a malo: vias enim quae a dextris sunt novit Dominus: perversae vero sunt quae a sinistris sunt. Ipse autem rectos faciet cursus tuos, itinera autem tua in pace producet.

La sabiduría es lo máximo

Escuchen, hijos, la corrección de un padre;
    dispónganse a adquirir entendimiento.
Yo les brindo buenas enseñanzas,
    así que no abandonen mi instrucción.
Yo también fui hijo de mi padre;
    era el niño consentido de mi madre.
Mi padre me instruyó de esta manera:
    «Aférrate de corazón a mis palabras;
    obedece mis mandamientos, y vivirás.
Adquiere sabiduría, adquiere entendimiento;
    no olvides mis palabras ni te apartes de ellas.
No abandones nunca a la sabiduría
    y ella te protegerá;
    ámala y ella te cuidará.
La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría!
    Por sobre todas las posesiones, adquiere discernimiento.
Estima a la sabiduría y ella te exaltará;
    abrázala y ella te honrará;
te pondrá en la cabeza una hermosa diadema;
    te obsequiará una bella corona».

10 Escucha, hijo mío, acoge mis palabras
    y los años de tu vida aumentarán.
11 Yo te guío por el camino de la sabiduría,
    te dirijo por sendas de rectitud.
12 Cuando camines, no encontrarás obstáculos;
    cuando corras, no tropezarás.
13 Aférrate a la instrucción, no la dejes escapar;
    cuídala bien, que ella es tu vida.
14 No sigas la senda de los perversos
    ni vayas por el camino de los malvados.
15 ¡Evita ese camino! ¡No pases por él!
    ¡Aléjate de allí y sigue de largo!
16 Los malvados no duermen si no hacen lo malo;
    pierden el sueño si no hacen que alguien tropiece.
17 Comen el pan de la maldad;
    toman el vino de la violencia.

18 La senda de los justos se asemeja
    a los primeros albores de la aurora:
su esplendor va en aumento
    hasta que el día alcanza su plenitud.
19 Pero el camino de los malvados es como la más densa oscuridad;
    ¡ni siquiera saben con qué tropiezan!

20 Hijo mío, atiende a mis consejos;
    escucha atentamente lo que digo.
21 No pierdas de vista mis palabras;
    guárdalas muy dentro de tu corazón.
22 Ellas dan vida a quienes las hallan;
    son la salud de todo el cuerpo.
23 Por sobre todas las cosas cuida tu corazón,
    porque de él mana la vida.
24 Aleja de tu boca la perversidad;
    aparta de tus labios las palabras corruptas.
25 Pon la mirada en lo que tienes delante;
    fija la vista en lo que está frente a ti.
26 Endereza las sendas por donde andas;
    allana todos tus caminos.
27 No te desvíes ni a diestra ni a siniestra;
    apártate de la maldad.