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20 El Seol y el Averno nunca se sacian;
Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.
21 Como el crisol prueba la plata, y la hornaza el oro,
Así es para el hombre la boca del que lo alaba.
22 Aunque machaques al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón,
No se apartará de él su necedad.

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