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26 Como no le sienta la nieve al verano ni la lluvia a la siega,
tampoco le sientan los honores al necio.
Como gorrión que vaga, o como golondrina en vuelo,
así la maldición nunca viene sin causa.
El látigo para el caballo, el cabestro para el asno
y la vara para la espalda del necio.

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